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Poesía romántica

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Antología de poemas románticos; incluye una selección de las Rimas de Bécquer. 

Poesía romántica 

Espronceda 

Gustavo Adolfo Bécquer

Rosalía de Castro

 


   JOSÉ DE ESPRONCEDA

 

Canción del pirata


Con diez cañones por banda
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá, a su frente Estambul:

-"Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza,
tu rumbo a torcer alcanza
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro
que es mi Dios la libertad;
mi ley,la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
[...]

 


Jarifa
 

¿Por qué murió para el placer mi alma
y vive aún para el dolor impío?
¿Por qué si yazgo en indolente calma,
siento, en lugar de paz, árido hastío?

¿Por qué este inquieto, abrasador deseo?
¿Por qué este sentimiento, extraño y vago,
que yo mismo conozco un devaneo
y busco aún su seductor halago?

¿Por qué aún fingirme amores y placeres
que cierto estoy de que serán mentira? [...]

Mujeres vi, de virginal limpieza
entre albas nubes de celeste lumbre;
yo las toqué, y en humo su pureza
trocarse vi y en lodo y podredumbre.

Y encontré mi ilusión desvanecida
y eterno e insacieble mi deseo:
palpé la realidad y odié la vida;
sólo en la paz de los sepulcros creo.

 


El estudiante de Salamanca

 

Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio,
lobrega, envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen,
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas,
y pavorosos fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas;
en que tal vez la campana
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta.[...]
Súbito rumor de espadas
crujen y un ¡ay! se escuchó;
un ay moribundo, un ay
que penetra el corazón
que hasta los tuétanos hiela
y da al que lo oyó temblor.

Un ay de alguno que al mundo
pronuncia el último adiós.

El ruido
cesó
un hombre
pasó
embozado
y el sombrero,
recatado,
se caló.
Se desliza
y atraviesa
junto al muro
de una iglesia,
y en la sombra
se perdió. [...]

 

 


Canto a Teresa (final)

 

¡Oh! ¡Cruel! ¡Muy cruel!... ¡Ah! yo entretanto
dentro del pecho mi dolor oculto,
enjugo de mis párpados el llanto
y doy al mundo el exigido culto;
yo escondo con vergüenza mi quebranto,
mi propia pena con mi risa insulto,
y me divierto en arrancar del pecho
mi mismo corazón pedazos hecho.

Gocemos, sí; la cristalina esfera
gira bañada en luz: ¡bella es la vida!
¿Quién a parar alcanza la carrera
del mundo hermoso que al placer convida?
Brilla radiante el sol, la primavera
los campos pinta en la estación florida:
truéquese en risa mi dolor profundo...
Que haya un cadáver más, ¡qué importa al mundo!

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    GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER


Rimas

 

11 (I)

 Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
 Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
 Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh, hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
podría, al oído, cantártelo a solas.

 

 

39 (IV)

 ¡No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira!
Podrá no haber poetas... pero siempre
habrá poesía.
 Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aura en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
 Mientras la humana ciencia no descubra
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
 Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a empañar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientars haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
 Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras puedan sentiese con un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía!

46 (X)

 Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.
Oigo flotando en las olas de armonías
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
¿Dime?...¡Silencio!¡Es el amor que pasa!
 

50 (XVII)
 Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto...,la he visto y me ha mirado...
¡hoy  creo en Dios!


37 (XX)
 Sabe si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.

 

21 (XXI)
 ¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul;
¡qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
 

22 (XXIII)
 Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.

 


40 (XXX)
 Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
 Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún ¿por qué callé aquel día?
y ella dirá ¿por qué no lloré yo?
75 (XXXIX) 
 ¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,
es altanera y vana y caprichosa:
antes que el sentimiento de su alma,
brotará el agua de la estéril roca.
 Sé que en su corazón, nido de sierpes,
no hay una fibra que al amor responda;
que es una estatua inanimada...;pero...
¡es tan hermosa!

 

10 (XLIV)

 Como en un libro abierto

leo de tus pupilas en el fondo.

¿A qué fingir el labio

risas que se desmienten en los ojos? 

 ¡Llora! No te avergüences

de confesar que me has querido un poco.

¡Llora! Nadie nos mira.

Ya ves; yo soy un hombre..., y también lloro.

 

 

35 (LII) 

 Olas gigantes que os rompéis bramando

en las playas desiertas y remotas,

envuelto entre la sábana de espumas,

¡llevadme con vosotras! 

 Ráfagas de huracán que arrebatáis

del alto bosque las marchitas hojas,

arrastrado en el ciego torbellino,

¡llevadme con vosotras! 

 Nubes de tempestad que rompe el rayo

y en fuego encienden las sangrientas orlas,

arrebatado entre la niebla oscura,

¡llevadme con vosotras! 

 Llevadme por piedad a donde el vértigo

con la razón me arranque la memoria.

¡Por piedad!¡Tengo miedo de quedarme

con mi dolor a solas!

 

 

38 (LIII) 

 

 Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales 

  jugando llamarán;

pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha al contemplar;

aquellas que aprendieron nuestros nombres, 

 esas... ¡no volverán! 

 Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar,

y otra vez a la tarde, aún más hermosas, 

  sus flores se abrirán;

pero aquellas cuajadas de rocío,

cuyas gotas  mirábamos temblar

y caer, como lágrimas del día..., 

  esas... ¡no volverán! 

 Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar;

tu corazón, de un profundo sueño 

  tal vez despertará;

pero mudo, y absorto, y de rodillas,

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido...,desengáñate, 

  ¡así no te querrán!

 

 

67(LXVI)

 ¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de una alma hecha jirones
en las zarzas agudas
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
 ¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valles de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
 En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

 


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 ROSALÍA DE CASTRO 

 

En las orillas del Sar (1884). 
 

   Ya duermen en su tumba las pasiones
el sueño de la nada;
¿es, pues, locura del doliente espíritu,
o gusano que llevo en mis entrañas?
   Yo sólo sé que es un placer que duele,
que es un dolor que atormentando halaga,
llama que de la vida se alimenta,
mas sin la cual la vida se apagara.
 

 

 

   Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros
ni la onda con sus rumores, ni con su brillo los astros.
Lo dicen; pero no es cierto, pues siempre, cuando yo paso,
de mí murmuran y exclaman: -Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve, temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
   -Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha;
pero yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la peremne frecura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan, y aunque las otras se abrasan.
   ¡Astros y fuentes, y flores!, no murmuréis de mis sueños;
sin ellos, ¿cómo admiraros?; ni ¿cómo vivir sin ellos?

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