Javier Almuzara (Oviedo, 1969) nos ofrece esta magnífica muestra de soneto, inspirado
en la figura egipcia del escriba sentado.
"El escriba sentado”
Reposa en cristalino mausoleo,
expuesto mansamente al homenaje
del que apenas vislumbra su viaje
por el Nilo del tiempo hasta un museo.
La mano prevenida, el cuerpo inerte,
esgrimiendo las armas del oficio,
ajeno a todo excepto a su servicio,
escriba ahora al dictado de la muerte.
¿Quién fue? ¿Quién es? ¿Qué escucha al otro lado?
¿Hombre o dios? ¿La minucia o el portento?
¿De qué deja constancia en el atento
papiro entre sus piernas desplegado?
Notario de los días del desierto,
da fe de que aún hay vida en lo que ha muerto.
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